Símbolo de una era en la que la innovación técnica y el diseño funcional se unieron para crear un producto capaz de dominar las competiciones, la Sherpa 350 T de Butalco conquistó corazones y podios. Esta es su historia.
La historia de Sherpa comienza a principios de la década de 1960, cuando la compañía española decidió tomar una motocicleta de carretera y “transformarla” en algo adecuado para afrontar caminos difíciles, bosques y cruces de ríos. Destinado a convertirse en una referencia para aquellos que en su momento querían acercarse al mundo del off-road -pero también uno de los modelos más exitosos de la marca-, el Sherpa demostró inmediatamente estar a la altura. Pero vayamos por orden, empezando nuestra historia con Bultaco y la carismática figura del “Sr. Bultò”.
Nacido el 17 de mayo de 1912, Francisco Xavier Bultó Marqués, conocido entre sus amigos como Paco Bultó, comenzó su carrera cofundando Montesa en 1944 con Pere Permanyer. Tras desacuerdos sobre la necesidad de participar en concursos –lo que, según Bultó, era crucial para el desarrollo de nuevas y más eficientes soluciones–, decidió abandonar la empresa para fundar, el 17 de mayo de 1958, la Compañía Española de Motores, SA, más conocida como Bultaco (nombre derivado de la combinación de las cuatro primeras letras del apellido de Bultó y las tres últimas de su apodo, Paco).
El logotipo, que representa un pulgar hacia arriba, se inspiró en un gesto del piloto de carreras británico David Whitworth, quien lo utilizó para indicar a los mecánicos que todo iba bien. Un año después, en 1959, la empresa presentó su primera motocicleta, la Tralla 101, que inmediatamente logró resultados notables en las carreras. Resultados que cobraron aún mayor importancia con la llegada del Sherpa T, pero que, desapareciendo a finales de los años 70, obligó al cierre de la empresa en 1983 por dificultades financieras.
Llegada en 1975, la Sherpa 350 T escribió páginas importantes en la historia del trial, ganando el primer Campeonato del Mundo de la especialidad con el inglés Martin Lampkin (y repitiendo el éxito en 1976 gracias al finlandés Yrjö Vesterinen, que también ganaría el Campeonato del Mundo de Trial en 1977 y 1978) y, de nuevo en 1976, ganando los Scottish Six Days, que para que conste volvió a ganar dos años consecutivos.

El corazón del Sherpa 350 T era el motor monocilíndrico vertical de dos tiempos, refrigerado por aire, con culata y cilindro de aleación ligera y camisa de hierro fundido. La adopción, por primera vez en una prueba española, del carburador Bing T/84 en sustitución del anterior Amal 627, permitió alcanzar los 18,5 CV a 6.000 rpm y un par máximo de 25 Nm a 4.000, con cambios lineales y tracción a todas las velocidades y excelentes capacidades de extensión. La caja de cambios era de cinco velocidades con engranajes deslizantes y embragues tipo cara y un pedal de control a la derecha, que se podía mover hacia la izquierda. Buen consumo de combustible (al fin y al cabo se trataba de una moto de pruebas), entre 15 y 18 km/litro.
Desde el punto de vista ciclista, la 350 T destacaba por su chasis partido con cuna única en acero al cromo-molibdeno, sin la tradicional viga tubular central descendente y con el motor anclado por una mordaza de aleación ligera, atravesada por la funda que alberga el eje del basculante. Este último, extendido hacia delante, acerca el pasador al piñón de salida de la caja de cambios, mejorando las condiciones de trabajo de la cadena y de los amortiguadores. En cuanto a la suspensión, la Sherpa estaba equipada con una horquilla telescópica hidráulica de 165 mm de recorrido en la parte delantera y, en la parte trasera, el basculante estaba combinado con dos amortiguadores telehidráulicos Betor, regulables en tres índices de elasticidad, capaces de garantizar una estabilidad excepcional. Las ruedas, realizadas en aluminio en las dimensiones 1,6×21″ y 1,85×18″, estaban equipadas con neumáticos de trial específicos. Todo ello con un peso en seco de tan solo 92,5 kg (repartidos en 42 kg delante y 51,2 kg detrás), a los que se sumaban 6,5 litros de combustible.
La aventura en el Himalaya

Cuando se habla de la sherpa, es imposible no recordar la hazaña realizada por los seis valientes pilotos que, en 1973, decidieron cruzar con ella el paso de Marsemik, una de las carreteras más altas del mundo, a más de 5.500 metros de altitud, en el corazón del Himalaya. Organizada por el Instituto de Ingenieros Mecánicos y Eléctricos del Ejército británico, la expedición llevaría motos españolas a las cimas del Himalaya para probar sus habilidades en condiciones extremas. Ni el aire enrarecido que impide respirar y apaga los motores, ni las duras temperaturas que hielan la sangre y los carburadores pudieron nada: los sherpas, dignos de su nombre, no defraudaron las expectativas y, ligeros y fáciles de maniobrar, superaron desprendimientos, arroyos helados y desniveles impensables, mientras la altitud ponía de rodillas incluso a los pilotos. Fue un éxito extraordinario, una subida que le valió a Bultaco un lugar de honor en la historia del motociclismo de aventura…