Esta fue la era de los carburadores y de los cilindros expuestos y ruidosos que desprendían un calor aterrador. Pero un día Ducati decidió que esto ya no era suficiente. Cagiva adquirió Ducati y Claudio Castiglioni trajo un soplo de aire fresco.
Para vencer, se necesitaba un corazón nuevo, frío y racional, pero capaz de arder de ambición. Así nació la Ducati 851, la moto que lo cambió todo. En aquella época, Ducati vivía una especie de doble existencia: por un lado, el amor del público por su glorioso pasado y sus bicilíndricos en L, por otro, la conciencia de que el mundo de las carreras estaba cambiando. Los japoneses estaban produciendo motocicletas cada vez más sofisticadas, refrigeradas por líquido, con un rendimiento comparable al de un misil y la fiabilidad de un reloj suizo. En este contexto, llegó la respuesta de Borgo Panigale: la 851 SBK, revelada como prototipo en 1986 en el Salón del Automóvil de Milán, y que entró en producción en 1987. Era una moto diferente a todas las anteriores, pero profundamente Ducati en su ADN.
El Desmoquattro diseñado por Massimo Bordi
El verdadero protagonista fue el nuevo motor Desmoquattro, diseñado por Massimo Bordi, considerado por muchos como el ingeniero más importante de la historia de Ducati. El motor era un bicilíndrico en L de 851 cc, con cuatro válvulas por cilindro, inyección electrónica Weber-Marelli y refrigeración líquida. La caja de cambios era de 6 velocidades, la potencia rondaba los 105 CV en la versión de carretera, pero el verdadero potencial se veía en las versiones de competición, que alcanzaban los 135 CV a 11.000 rpm.
Era una moto que combinaba innovación en ingeniería y un corazón de carreras, diseñada para competir y ganar. El sonido cambió, se hizo más oscuro, más redondo, pero debajo permanecía ese empuje áspero e impetuoso que hacía únicas a las Ducati. La estructura era la clásica estructura de celosía de acero, desarrollada por Verlicchi, que garantizaba ligereza y rigidez torsional. La suspensión era Marzocchi delante y Ohlins detrás. Los frenos eran Brembo Serie Oro y los neumáticos eran de 17 pulgadas. El peso estaba contenido, unos 190 kg en seco. Todo ello envuelto en un imponente y elegante carenado, en rojo oscuro Ducati, con el número 1 que próximamente se lanzará estampado en él.
La Ducati 851 debuta y triunfa en la pista
En 1988, hizo su debut en el recién creado Campeonato Mundial de Superbikes. Un debut de cuento de hadas: Marco Lucchinelli ganó la primera ronda de la historia, el 4 de abril, en Donington. Poniendo en línea a todos los acorazados japoneses y al Bimota, que el año anterior había ganado el Campeonato Mundial TTF1 con Virginio Ferrari y el YB4. En pocos años, la 851 roja se había consolidado como la moto a vencer. Raymond Roche, un francés elegante y feroz, ganó el primer título mundial de SBK para Ducati en 1990. Ese título no fue sólo una victoria deportiva: fue un renacimiento industrial, cultural y técnico. Ducati ha pasado de ser una promesa a una marca de clase mundial.
La 851 fue la base para el desarrollo de la legendaria Ducati 888. De ahí nació la legendaria 916, y luego la 996, la 998… Sin la 851, no habría ninguna Ducati tal y como la conocemos hoy. Aun así, el 851 siguió siendo, en parte, una “pieza para entendidos”: nunca ostentosa, pero profundamente auténtica. Hoy en día es muy buscado por los coleccionistas. Los que tienen la suerte de montarlo describen una sensación única: difícil pero sincera, potente pero manejable, un raro equilibrio entre máquina e instinto.
La Ducati 851 no es sólo la moto que llevó a Borgo Panigale de nuevo a la cima del mundo. Es el símbolo del coraje industrial italiano, de la capacidad de renovarse sin negarse a sí mismo. Se trata de una motocicleta que combinaba la electrónica y la tradición mecánica en una época en la que hacerlo significaba arriesgarlo todo. Casi 40 años después, su rugido sigue siendo un eco familiar, un llamado para aquellos que creen que la velocidad no es sólo cuestión de números, sino de estilo, historia y corazón.